MACROMUNDOS

Amores de Invierno

- “¿Por qué no has alistado tu equipaje?” - pregunta mamá, pero Samuel no levanta su mirada, ignorándola por completo. - “Si no está lista en 3 horas, partiremos con lo que tengas, ¿sabes?”. Samuel está en su edad de adolescente crítica, donde todo lo que tenga que ver con los adultos le molesta, y donde las actividades y juegos que hacía de niño ya no le llaman la atención (o eso pretende demostrar). Él no entiende por qué no puede quedarse en casa y ya, sin salir a esas estúpidas y aburridas vacaciones familiares. Aún no está en edad de entender que el clima se complica, que la temperatura varía y que es necesario viajar, o de lo contrario podría haber consecuencias en la salud. No son una familia de muchos recursos, no cuentan con enfriadores, el calor se vuelve insoportable y la comida escasea, pero para Samuel, no hay una razón válida para no seguir con sus juegos y su vida normal. Sin embargo, el último grito de mamá, anunciando que en una hora saldrían en su viaje, fue el impulso natural que hizo que Samuel se activara y alistara lo necesario para viajar. A lo lejos se ve acercándose a David, así que guarda un par de cosas más y sale para ver qué sucede.

- “¡Heyyyyy mi pez! ¿qué sucede?” - grita David mientras se acerca. Samuel se le acerca y se saludan con su ritual de siempre. - “Naaaa parce, qué fastidio este viaje. Estaría fresco jugan… digo… haciendo otras cosas” - respondió Samuel notablemente alterado, pero con cierta pena porque casi le confiesa a su mejor amigo que aún se la pasa jugando, cosa que en su edad sería inaceptable por la sociedad. - “Jeeeee pero, ¡la vamos a pasar bueno! mira, nos buscaremos unas chicas por ahí, amores de invierno que llaman, me entiendes ¿verdad?” - apunta David mientras de forma curiosa intenta ver qué empacó Samuel. - “¿Cómo así? ¿ud va a ir?” - pregunta asombrado Samuel. David se echa a reír, soltando carcajadas casi al punto que se le olvida respirar y se atora sólo. Después de toser, David molesta a Samuel diciéndole que es un vago, que por no pararle bolas a las clases no se había enterado que por generaciones, y por el clima, muchas de las familias del barrio se ponían de acuerdo para salir en estas vacaciones, por lo tanto, su familia también iría. Esta es una gran noticia para Samuel, pues, a pesar de recibir una fuerte carga de bullying por su ignorancia en el tema, sabe que no será tan malo si David va con ellos. La conversación fluyó hasta que papá gritó - “Nos fuimossss” - a lo que mamá inmediatamente va por Samuel y lo lleva casi arrastrado, y David se devuelve a buscar a su familia para salir también. - “¡Nos vemos por ahí mi pezzzz!” - gritó David mientras se alejaba, y Samuel, intentando soltarse de su mamá, medio sonríe. Pensó que ya no podía ser todo tan malo, ¿o sí?.

Ya en camino, Samuel se limita a escuchar su música, y mirar los paisajes del camino. Se pasa por algunos sitios que nunca había visto, y se emociona al ver más gente, más zonas desconocidas y cosas que parecieran comida, pero que nunca había probado. Pero lo que no se imaginó es que ¡el viaje sería tan largo!, pues han pasado varios días y nada que se llega al destino. Lo bueno, es que en el camino se ha podido hablar con David de vez en cuando, y le causa gracia que sea tan insistente con el tema de “levantar chicas de otros lados”. Llega la pregunta que no puede faltar - “¿Falta mucho? - a lo que responde mamá - “Espero que no. Estamos a punto de pasar por una zona peligrosa por lo que quiero que estés muy atento al camino, si vez algo raro nos avisas y después de pasar esto nos restará tan sólo una semana de viaje”. Era la primera vez de viaje para Samuel, así que decide suspirar y atender a la advertencia de mamá. Pero, en la cabeza no deja de dar vueltas lo que escuchó, ¿cuáles podrían ser esos peligros? ¿ladrones? ¿guerrillas? ¿delincuencia?. Nada tenía explicación aparente, y todo se veía tan pacífico en el camino que hasta era intimidante. Pero Samuel no se atrevía a preguntar porque al creer que ya era mayorcito debía saber esas cosas. Lo mejor, será que en la próxima parada le pregunte a David.

Al parar de nuevo, la mamá le dijo que ya habían pasado la zona de peligro, pero que no estaba de más estar atentos por si cualquier cosa pudiera suceder. Samuel ve a David y se le acerca para preguntarle. - “¡Hey! ¡David!” le grita, y David se acerca a saludarlo con el mismo ritual de siempre. - “Parce, eh… ¿ud sabe…?, eh…” - Samuel se arrepiente de hacer la pregunta, recordando la montada que le hizo antes de salir al viaje. Aun así, David lo interrumpe - “oye, ¿si supiste que de los Mendoza desapareció la hermana mayor?” - lo cual deja a Samuel muy impresionado. - “¿Cómo así que desapareció?” - pregunta Samuel y David lo mira con incredulidad y le responde con otra pregunta - “Sabes que no siempre podemos llegar todos a nuestro destino, ¿verdad?. ¿Dónde estuviste en esas clases Sam?”. Samuel, sintiéndose regañado como si de su mamá se tratara, agacha cabeza y queda en silencio. - “Arrancamoooos” - grita el papá de David, por lo cual dice - “¡Luego hablamos Sam! y te adelanto de las clases que pareciera que no fuiste” - da la espalda y se retira hacia donde sus padres.

- “Mamá, ¿qué le pasó a Paula?” le pregunta Samuel con voz un poco más tenue y temblorosa. - “No sé a qué te enviamos al colegio si no ap…” - el regaño de mamá se vio interrumpido por el grito del vecino: - “¡Se acercaaaaaaaan!” - a lo que todo se convierte en una locura y se alistan para seguir el camino. Samuel, absolutamente confundido se queda mirando hacia atrás hasta que siente pasar a milímetros de su cuerpo una especie de lanza que en el caso de haberse movido tal vez hubiera podido quedar incrustada en él. Aunque todo sucedió muy rápido, Samuel lo sintió en cámara lenta, volteó para ver a sus padres pegados uno con el otro y con cara de sufrimiento mientras ve a el impulsivo de David acercándose desde el otro lado velozmente y gritando: ¡Saaaaaaaaaaam!.

Dicen que antes de morir, en los últimos segundos se puede recordar toda la vida, todos los sucesos y personajes que pasaron por nuestras vidas, pero no fue el caso de Samuel, pues al reaccionar se mueve rápido hacia sus padres y David se reúne con ellos. De inmediato arrancan su viaje a una velocidad extrema, sin más pérdidas considerables. El silencio hizo parte del camino, pero pronto llegaron a su destino: Los fríos mares de la Antártida. Samuel, es una ballena franca del sur que aprendió a la fuerza que los humanos no siempre son aliados y que los intereses de ellos pueden significar en cualquier momento el fin de su vida, pero también aprendió que un motivo del viaje era precisamente lo que David buscaba: apareamiento con extranjeras.