Primera Temporada

Aclaración previa: Esta temporada del cuento se transmitió en el 2.021, y contó con una interacción con el público lector. Por esta razón, en algunos momentos, una de las protagonistas (la consciencia de Sandra) realiza preguntas al público y logra desarrollar la historia de acuerdo a las decisiones tomadas por los lectores de esos momentos.

Capítulo 1: Consciencia Clara


¡Hola! Soy yo: La consciencia de Sandra. A partir de este momento te contaré algunas cosas de lo que ella vive, lo que ve y lo que piensa. Puedes imaginar que tú, querido lector, eres un “hacker biológico”, y que lograste entrar en la mente de mi humana. Yo soy ese visor que te permitirá ver lo que ella tiene adentro. Conmigo, podrás profundizar en sus deseos, sus miedos, sus intereses y sus gustos, ¡pero! con mis condiciones. Como “visor oficial” de la mente de Sandra tengo mis limitaciones y mis tiempos para responder a tus solicitudes así que lo haremos a mi forma, pero siempre bajo tus decisiones. Tú decides el camino de esta historia así que anímate a participar.

Antes de comenzar a narrar lo que está viviendo nuestra chica, te recomiendo que te pases por el Experimento Sandresco. Esto con el fin que puedas entender algunas cosas de Sandra, porque ella, su personalidad y parte de su historia fue creada por ustedes previamente, estimados lectores. No siendo más, iniciamos este camino en los enredos y claridades de la mente de Sandra.

--------

Sandra, con un poco de preocupación, en estos momentos se encuentra sentada en el muro bajo del antejardín de la señora Esther, esperando el bus para su trabajo. Piensa que siempre le ha gustado ese trabajo, sin embargo, desde hace unos días ha estado dudando de ello. En definitiva, siente que le falta algo… pero con un sacudón de cabeza se convence de olvidar esas dudas y animarse para un nuevo día de trabajo. A lo lejos ve que se acerca el transporte, por lo cual se baja del muro y se acerca a la fila de dos personas listas para ingresar. El bus llega, abre sus puertas, se sube el primero, la segunda, y Sandra sube su pie al primer escalón cuando siente que la persona de atrás la empuja al parecer de forma accidental. Voltea rápidamente y hay un chico de unos 15 años que la mira asustado. Subiendo el otro pie, Sandra le hace un gesto de tranquilidad al chico para que no se sienta mal, pero al voltear y dar un paso más en el siguiente escalón, sintió un jalón de su gabán, como si alguien tuviera la mano en su bolsillo. De nuevo voltea, pero esta vez con cara de indignación y sólo logra ver al niño sacar la mano, mirarla con una sonrisa que produce miedo y dar la vuelta para huir. Sandra grita muy duro cuando se enoja, y si despertó a todos los dormidos en el bus en ese momento, imagínense cómo logró aturdirme a mí: su consciencia. Por eso es que cuando la ira se desarrolla prefiero enroscarme, ocultarme y regresar al rato.

Y así fue, retomando mi espacio, veo que Sandra ya llegó al concesionario de autos, que ya se colocó su uniforme y ya está sentada esperando el primer cliente potencial. A veces me pregunto qué sucede en esos momentos en los que me desconecto, pero si fue algo grave, siempre me termino enterando después, como cuando Fabián, el padre de su hijo, la dejó. A partir de ese momento me escondí por casi una semana y cuando volví me di cuenta que estuvo a punto hasta de suicidarse. Cuando regresé, le recordé todo acerca de su hijo y las cosas bonitas de la vida que ha tenido, lo que la calmó y pues, aquí la tengo. Aún no tengo datos de lo que sucedió hoy con el muchacho ladrón, pero como consciencia me siento tranquila, pues ella nunca guarda cosas de valor en los bolsillos del gabán.

El día transcurre como casi todos los días, quedan 2 posibles ventas, y se formalizó una, de una chica que vino hace quince días con su padre para escoger el regalo de cumpleaños. No es un día malo, así que, como todos los días a las seis de la tarde, Sandra registra sus ventas y se cambia de nuevo para salir. De camino al pasillo de salida, recoge su gabán y se lo coloca, pues pareciera que hace frío afuera. Da unos cuántos pasos de más y mete sus manos a los bolsillos y siente un papel, por lo que lo saca y se dispone a botarlo en la caneca: Odia tener papeles en los bolsillos. Pero este papel, tiene algo extraño, pues está pintado con marcador por los lados y tiene una nota escrita que dice “no me botes, por favor”. Con algo de temor, Sandra se queda mirándolo, pero decide guardarlo de nuevo y salir antes de que sus compañeros la saquen a empujones, ya que si no sale no pueden colocar la alarma. Sale y se despide de todos y se dirige al paradero del bus, pero siento toda esa intriga que carga, por eso sé que no llegará allá.

Efectivamente, llegando al paradero se detiene y mira el café que queda al otro lado de la avenida, así que decide cruzar y entrar para pedir el mocaccino con canela que tanto le gusta, siempre acompañado de un pastel de pollo. Se quita el gabán frente a la mesa que escoge y recordando la nota decide sacarla antes de colgarla en el perchero del café. Se sienta y antes de probar el mocaccino abre la nota. ¡Es un mensaje!. Creo que estoy tan sorprendida como ella, así que leemos atentamente lo que dice:

- “Te conocemos Sandra, pero no te asustes pues no te contactamos para nada malo. Queremos colaborar, así que si tú y tu consciencia creen necesitar ayuda búscanos. Pero antes de decirte en dónde estamos, necesitamos una prueba de tu confianza, por lo tanto, aspirando a que leas esta nota en tu oficina o cerca de ella, ve al parque del barrio, busca el árbol que siempre has dicho que tiene forma de “ángel sadomasoquista”. Busca en él un hueco que está a la altura de tus rodillas y mete la mano. Encontrarás respuestas, si es que las quieres”.

Ese mensaje iba dirigido también a mí, así que mi respuesta es que ¡sí! ¡debemos ir!. Al parecer estamos en sintonía, porque sin tocar el mocaccino, Sandra se levanta, paga el servicio y sale con destino al parque. Sandra siempre ha sido de pensar poco antes de actuar, es muy impulsiva y pocas veces la logro controlar, pero esta vez yo estoy con ella, así que no hay nada que temer, ¿o sí?. Ya estoy empezando a dudar, pero no sirve de nada porque mientras analizo la situación, Sandra ya tiene la mano dentro del hueco del mencionado árbol. Siente un objeto de madera, cúbico como un cajón pequeño, como un joyero… lo saca antes de poder pensar más y sí, es un baúl pequeño. La convencí de que nos sentáramos primero en una de las bancas, ya empieza a oscurecer, pero aún hay gente alrededor, así que eso nos da un poco de tranquilidad. Totalmente decididas quitamos el seguro de la caja y la abrimos, cuando ¡ohhh! no nos esperábamos esto.

--------

Gracias por leer a esta consciencia olvidada. Este es apenas la primera parte, y ¿sabes qué? para la segunda parte puedes escoger el rumbo de esta historia. ¿Quieres que esta historia sea de suspenso o de ficción? La respuesta que gane decidirá el contenido de la caja de madera y el curso de la próxima parte. Esta será en quince días así que atentos y ¡a votar!. Se aceptan votos en Facebook o por los comentarios de acá y sólo hasta el viernes. ¡Nos leemos en la próxima!

Capítulo 2: Te lo Dije


¡Hola! Volvemos a leernos ¿eh? Noto que quieres saber más sobre mi chica, Sandra. Si no me conoces, me presento, soy la consciencia de Sandra, una humana común y corriente, de vida común y corriente, en un mundo común y corriente. Si quieres, puedes buscar el primer capítulo de esta historia en este mismo blog, para que te adelantes y no quedes perdido al leer este. Si ya lo leíste, bienvenido de nuevo. Ahora les seguiré contando lo sucedido, y será con mucho suspeeeenso, pues así lo han pedido. Por el momento, sólo aclararé que cada capítulo tendrá una pregunta que definirá el camino de Sandra, pues la puedo convencer de muchas cosas ¿saben? Por algo soy su consciencia.

--------

¿Quién esperaría encontrar un pañuelo de tela blanca con rayas rojas, en una caja de madera encontrada dentro de un árbol, en un parque público indicado por una carta, dejada por un desconocido en el bolsillo del gabán, en el paradero del bus?

No sabemos si es un mal chiste, o tal vez una pista para… ¿algo? No entendemos qué tipo de respuestas nos quieren dar con este pañuelo, pero al menos está bonito. A Sandra lo que más le ofende es que hoy en día ni siquiera se usan los pañuelos de tela. Siente que ha perdido el tiempo y ha decidido pensar que es simplemente una broma tonta de algún desocupado. Lo que más le duele es haber dejado el mocaccino servido en el café, así que con rabia decide volver al café. No iba a dejar que se le amargara el día, y pues ya con un episodio de rabia es suficiente.

Sandra se acerca al café y en la esquina se ve un grupo de gente amontonada. Ella siempre ha sido curiosa así que decide acercarse y ve un chico tendido en el suelo con sangre por todo el rostro y el brazo izquierdo. - "¿¡Alguien que preste por favor una prenda, una toalla, un pañuelo para hacer presión en la herida!?”. Yo, como su consciencia, creo que ese pañuelo del árbol tiene algo que nos va a indicar algo más, pero Sandra siempre escuchará primero a su impulsividad, así que el pañuelo terminó en manos del médico improvisado en la escena del accidente. Él lo amarró alrededor de la camiseta que absorbe la sangre que sale del brazo, para asegurarla. Es hora de comenzar a escuchar alrededor qué sucedió, así como quien no quiere la cosa. Ella se acerca a un pequeño grupo que está contando el incidente.

- "… y cuando corrió detrás del ladrón ¡zaz! Se lo lleva el carro que está allá”

- “¿y por qué quedó el carro ahí?”

- “Porque preciso en ese momento estaba el semáforo en rojo, así que el man viendo que ya lo seguíamos decidió bajarse y correr. Mi compañero se fue detrás de él, pero yo…”

El silencio después de ello es porque los chicos se quedaron mirando a Sandra, y ella tímida se alejó un poco.

- “No te alejes, también te puedo contar a ti” dijo uno de los chicos que hablaba en el grupo.

Sandra apenada, se acerca a ellos, y pide disculpas por la intromisión, pero ellos la hacen sentir tranquila y siguen hablando del tema.

- “¿Escuchaste todo?” preguntó el mismo chico.

- “Sí, creo que sí” contestó temerosa Sandra. La verdad, yo, como su consciencia, nunca la había sentido tan tímida. ¿Será que el chico le gustó? Yo de esas cosas del amor no sé. En esos casos yo actúo siempre para llegar a un “te lo dije” y ese sí que me lo escucha. Pero mis sospechas se confirman cuando allá abajo escucho el corazón latiendo a mil por segundo.

La tarde pasó sin más novedades, los chicos se retiraron a sus edificios de oficinas, la ambulancia llegó, recogió al herido y Sandra, olvidando el mocaccino, toma el bus para el barrio. Al llegar, como todas las tardes, se baja una cuadra antes para caminar a la casa de su vecina que cuida a Luis Carlos. ¿Ya les había contado que tiene un niño? Bueno, no era necesario contarlo, porque si han sido juiciosos seguramente leyeron el “Experimento Sandresco” que da cuenta de muchos detalles de la personalidad de Sandra y su vida en general. Luis Carlos cumplió hace poco los 2 años, pero aún no está en edad de dejarlo en un jardín, por eso Sandra decide dejarlo donde su vecina que tiene una hija de la misma edad. Luis Carlos es juicioso, increíblemente para su edad. Si no lo fuera, yo me la pasaría más apagada que lúcida, porque no me gusta lidiar con niños, pero pues este… este es especial. Debe ser porque es su hijo y como su consciencia le he cogido cariño.

La noche fue más complicada. La pasamos ambas pensando en el pañuelo y lo que sucedió ese día. Ahora entiendo que más que gustarle el chico, es que le recordó a alguien, pero yo sinceramente no recuerdo a quién. No es su exnovio, pues ese chico es distinto y no está en el país. Mientras vamos pensando y analizando la situación, se escucha que alguien golpea la puerta. Sandra se dirige a ella, la abre y ve a su papá. Hacía rato no lo veía, así que lo abraza un buen rato.

- “¿Cómo estás hija?, pregunta el papá.

- “Bien papá. Sin muchas novedades, aunque hoy sí me pasó algo curioso que…” ella duda seguirle contando. Tal vez, desde el punto de vista del papá no estuvo bien haber ido por el pañuelo. Pudo haber sido algo peligroso.

- “¿Qué te sucedió hoy?”, pregunta curioso papá.

- “… no, que hice dos ventas…”. Con esto, Sandra intenta persuadir al papá de no insistir en el tema, pero creo que fue al contrario.

- “… pero eso no es curioso Sandra, ¿hay algo que no me quieras contar?”, insiste papá, pues ya tenía la piquiña del chisme activada.

- “Lo curioso es que fue una sola persona y era igualita a Julián”, y con esto Sandra se salva. Julián es el exnovio, y aunque lo que le dijo es mentira, con esto convenció a papá, quien se comenzó a enfocar en un sutil mensaje de “no recuerdes a ese hij#$%&@”. Sandra siempre ha sido buena en mentir, aunque no lo tiene que aplicar muy seguido. Mi función es ayudarle a aplicarlo en los momentos estratégicos, pero también en recordárselo a cada instante para que aprenda la lección de no mentir. Algunos dirán que soy bipolar, pero simplemente me diseñaron así.

- “¡Ah! Por cierto, me encontré esto en la entrada, pegado a tu puerta.”, dijo papá sacando del bolsillo el pañuelo de tela blanca con rayas rojas. - "Tenía este mensaje…”, continuó, entregando inmediatamente un papel doblado. Sandra se colocó pálida, pero la ayudé a que no desmayara y se mantuviera con un rostro tranquilo. Toma la nota y lee: “no lo pierdas, lo vas a necesitar”.

--------

Los seres humanos son graciosos en esos aspectos, ¿saben? A veces prefieren ocultarse información para no salir de su zona de confort o su burbuja. Sandra prefirió pensar que todo se había tratado de una simple broma, pero la nota y el pañuelo volvieron a ella de forma misteriosa, así que es una oportunidad de decirle de nuevo: “te lo dije”. En estos momentos Sandra debe estar muy ocupada pensando en qué hacer, y yo acá contándoles a ustedes todo lo que sucede. Me pondré en mi trabajo, pero antes, creo que puedo contar con su ayuda. ¿Qué creen que deba hacer Sandra? ¿Contarle al papá lo sucedido o no? Depende de la respuesta de ustedes se desarrollará el próximo capítulo. ¡No dejen de participar! En tus manos está lo que pueda sucederle a Sandra.

Capítulo 3: Gracias por Recordar la Vida


(Léase con voz de computadora) Estimado lector, usted ha escogido: “Contarle al papá lo sucedido”.

¿Me extrañaron? Porque yo a ustedes sí. Fuera por mí, les contaba esta historia a diario, pero este señor que escribe esto se propuso que fuera cada quince días. Así que si hay algún reclamo díganle a él. Por ahora yo, la consciencia de Sandra, le insistiré a ella que le cuente todo a su padre como ustedes escogieron, y bueno pues… ¡vamos a ver qué sucede!

--------

- “Sandra… Sandra… ¡Sandra!” - fueron las palabras que escuchó al fondo, y con las que reaccionó. Llevo un rato diciéndole que responda, pero se deja afectar tanto… espero que su subconsciente sí me haya escuchado.

- “Papá, sí tengo algo más que contarte. Toma asiento si quieres” – le dijo Sandra al mismo tiempo que se acomodaba para mirarlo de frente y contarle todo. Ahora, como su consciencia debo tener un plan para ver las posibles respuestas de su padre. La opción más viable es que se moleste con la situación, y un regaño por hacerle caso a notas de desconocidos es lo más probable. Aunque también es probable que se ponga en un papel de papá comprensivo y la tranquilice, lo cual sería maravilloso porque yo sola no puedo. Mientras analizo todo esto, Sandra ya va en la mitad de la historia, y la cara de su padre me tiene intranquila: ¿qué está pensando? Es un gesto neutral y confuso. No cambió su rostro en lo más mínimo cuando le contó que sacó el cajón de madera del árbol, y mucho menos cuando le dijo que había entregado ese mismo pañuelo al chico que estaba ayudando en la escena del accidente, y que ese mismo pañuelo es el que él estaba entregando en este momento. Cuando Sandra terminó su historia, la sala se llenó con un silencio incómodo, y la mirada de su padre no se quitaba… ¡es más!, creo que no está parpadeando.

- “Hija… ¿por qué nunca me has preguntado qué pasó con tu madre?” – esta pregunta de papá nos ha dejado aún más desestabilizadas. – “Creo que… simplemente considero que nos abandonó, que nunca le interesamos, y por eso siempre era tan fría y seca como la recuerdo…” – respondió Sandra con cierta intriga. Definitivamente estamos muy atentas a lo que pueda decir papá ahora. – “Por ahora sólo puedo decirte que tu madre sí nos ama, y que su lejanía no es por…” – una lágrima cayendo por su mejilla y su voz entrecortada fue suficiente por ahora. Creo que ahora entendemos de una forma muy clara que mamá está presente en todo esto, pero ¿por qué? En este estado no es conveniente seguir preguntando, pues la sensibilidad de papá siempre ha sido muy grande, y sus problemas del corazón tal vez representen un riesgo en estos momentos. Así que Sandra decide levantarse y abrazarlo, decirle que todo está bien y que ella no dará un paso en falso. Y en eso la apoyo, porque yo haré todo lo que me sea posible para que no la vaya a embarrar. Tendremos cabeza fría de ahora en adelante con esta situación. Por ahora, lo mejor será llevar a papá a casa y regresar para descansar, pues ha sido un día extraño y tal vez un poco de sueño ayude.

Hoy despertamos al tiempo, y nos quedamos mirando al techo. Seguramente ella está reflexionando en lo que sucede, y yo definitivamente estoy pensando en todas las probabilidades de lo que pueda pasar. Como dato curioso, no siempre despertamos al tiempo: hay veces que ella lo hace primero y pareciera un zombi, y hay otras veces que yo lo hago primero y alcanzo a analizar tantas cosas que cuando ella despierta siente el cansancio de horas de trabajo. Esta vez ambas analizamos lo mismo, y pensamos que sólo queremos respuestas. El resto del día sucedió de manera normal, sin nada particular por resaltar. De hecho, los días se volvieron incómodamente rutinarios. Del apartamento al apartamento de la vecina, dejamos el niño, vamos al bus, llegamos a la oficina, hacemos un par de ventas por día, salimos, nos tomamos un mocaccino o un latte sin azúcar con un croissant o una almojábana, salimos al bus, recogemos al niño, llegamos a casa y el cansancio nos hace dormir casi de inmediato. Aun así, el cansancio se ha acumulado y es tal vez porque no hemos dormido bien. Damos muchas vueltas, a veces despertamos en la madrugada y no podemos volver a dormir hasta que sale el sol.

Este día se siente diferente, desde que nos levantamos estamos un poco más activas y hasta Luis Carlos ha estado más sonriente y juguetón. Hace tiempo que no hacemos algo especial con él, y creo que es hora de reaccionar un poco. No recuerdo cuánto tiempo ha pasado desde que tengo el pañuelo, pero es momento de seguir viviendo. - “¿Quieres que esta noche nos quedemos donde tu abuelo?” – le pregunta Sandra a niño, a lo que él contesta con un “sí” entusiasta y largo, levantando sus manitas incluso con su juguete favorito agarrado. - "¡Vamos! Alistaremos tus cosas y hoy iremos de visita” – confirmó Sandra. Dejamos al niño con la mochila lista, y el trabajo transcurrió como todos los días, pero al menos sabíamos que esta noche sería distinta, por ello, al salir no fuimos al café, sino que nos devolvimos directamente a casa de la vecina. Recogimos a Juan Carlos y tomamos un carro para ir donde el abuelo.

Él no se lo esperaba, así que se sorprendió al vernos. Yo todo el día le insistí en que le avisara, pero raro sería si me hiciera caso. - "¿Pasó algo hija?, ¿está todo bien?” – preguntó papá, a lo que Sandra asiente con la cabeza en señal de tranquilidad. Ya dentro de la casa del abuelo Sandra le explica que querían cambiar un poco la rutina y que por eso traía a Juanca para que se quedara esta noche y jugara con él. – “¿Y por qué no te quedas tú también y jugamos los tres?” – pregunta Ramón, mientras la observa con una mirada juguetona. – “No lo sé papá, no vine preparada…” – respondió Sandra, pero él insiste – “… aquí igual tienes ropa, cepillos, y cosas que te sirven… ¡piénsalo!”. De inmediato se levantó y se acercó a Juanca para jugarle con los juguetes que trajo. – “¿Quieres ver fotos hijo?” – le dijo Ramón a Juanca, a lo que el niño respondió levantando las manos y gritando de alegría, así que papá se dirigió al estante de libros en el pasillo y sacó dos grandes álbumes de fotos. Sandra se levanta y se le acerca diciéndole que se quedará, así que irá a ver qué le servirá para acomodarse, pero papá le dice que se siente con ellos, que más tarde puede mirar eso.

La verdad, este ha sido el momento más emocionante en mucho tiempo, nos hemos reído con fotos, hemos jugado, bromeado, y recordado muchas cosas. Las fotos con mamá, obviamente, nos indisponen un poco, pero no vamos a dejar que se nos dañen los recuerdos, ni mucho menos el momento. Sin embargo, al llegar a la última página cae un papel que ni Ramón ni Sandra al parecer habían visto. Ramón toma la nota y la lee en silencio, pero dejándole ver a Sandra su contenido. El mensaje dice: “Gracias por recordar la vida. No me voy con odio ni por desagradecida. Tampoco pido que me entiendan ni que me disculpen, pero les dejo esta nota para que cuando me recuerden sepan que si me necesitan pueden contactarme. +57 336 9823540”.

Conozco la mirada de Sandra, y sé que, aunque se muere de ganas por llamar a ese número, se contiene porque no quiere que su padre reciba impactos fuertes. El silencio, una vez más, se apodera de la sala por un rato.

--------

Ahora yo, como consciencia me encuentro en un punto complicado. Creo que es necesario llamar, pero la prudencia es importante en este momento. No creo que Ramón resista una noticia fuerte de su esposa, casi cinco años después de su partida sin avisar, así que pregunto querido lector, ¿qué creen que deba hacer Sandra? ¿Llamar en frente de su papá para salir de dudas de una vez por todas?, o ¿debería cambiar de tema, esperar un poco y llamar al día siguiente en un sitio más seguro? Como todo en la vida, cada decisión que se tome tiene una consecuencia, así que de ustedes dependen muchas cosas. Gracias por leernos, y ¡hasta una próxima!

Capítulo 4: Permiso para Despegar


Así ustedes, estimados lectores, esta vez no me hayan ayudado a tomar una decisión, yo definiré esto. Soy una consciencia responsable y escogeré la mejor opción para que Sandra pueda sortear los líos que enfrenta en estos momentos. No es algo fácil, pues la suma de cosas como la intriga alrededor de su mamá desaparecida hace varios años, un papá bastante frágil por temas del corazón, un hijo de corta edad por educar y un trabajo qué mantener para mantenerse a flote económicamente, presenta una situación muy común en la vida de muchos, pero bastante compleja por los detalles que encierran. No siempre, el haber tenido una vida relativamente fácil es garantía de un desarrollo sin tropiezos. La vida nos pone retos y jugadas en el camino y en cada uno está el cómo enfrenta y supera cada caso. En el caso de Sandra, vienen decisiones aún más complejas.

--------

El número estaba ahí, en un papel. Y todos, tanto Sandra, como Ramón, como yo, sabemos que llamar puede tener muchas respuestas. El único lío: El frágil corazón de Ramón. ¿Qué se debería hacer? Sandra, levanta la mirada y ve una sombra en la ventana, ¡una persona nos ha estado observando! De inmediato, se levanta y se dirige a la puerta, pero es muy tarde. Quien haya estado espiando ya no está por allí. Y para colmo, al ella levantarse, el papel cae al suelo sin dejar rastro. Tal vez, eso es una señal para no llamar, y yo no le insisto a que lo busque.

- “Papá, creo que deberíamos dormir, ¿no crees?” - dice Sandra, y Ramón, con toda la intriga y curiosidad a flor de piel, asiente con la cabeza. Seguramente alzando a Luis Carlos y llevándolo al baño para ayudarlo con el lavado de dientes fue la manera que halló para disminuir el interés por la llamada que no se realizó. Mientras tanto, Sandra no deja de mirar a la ventana, esperando algo, un paso en falso de aquél que la sigue, o una señal que le indique qué va a suceder. Sandra se dirige a la habitación y comienza a cambiarse. ‘Toc-toc’ - “¡Hija! Mira, esta ropa era de tu madre. Aunque han pasado años, empezaré a hacerme a la idea que ella nunca volverá, así que toma, úsala, llévatela si así lo deseas, o si lo crees más pertinente, bótala… ayúdame con ello, ¿sí?” propone Ramón al otro lado de la puerta. Sandra, se acerca a la puerta, abre lentamente y ve a su papá, con una lágrima en el ojo y una gran tula de tela llena con la ropa de su madre. “Tómala, úsala” - le insisto yo, y fuera de todo pronóstico, ella la toma y le dice a su padre que la revisará y si algo le gusta lo usará sin líos. Su sonrisa era sincera, y no noto pensamientos que me hagan pensar que está mintiendo, así que creo que es una buena decisión. - “Descansa, hija mía” dice Ramón, agachando la cabeza y dándole la espalda. Sandra da tres pasos rápido y lo abraza por la espalda diciendo - “Papá, te amo mucho”.

Algo que nunca me gustó de esta casa fue que todas las mañanas, desde la niñez de Sandra, detectábamos un olor a químicos, como una mezcla de Formol con algo más… un algo que hasta hoy ha sido indefinible. Y hoy no fue la excepción, este intenso olor nos despierta a las dos al tiempo, y nos trae una gran cantidad de recuerdos. Recuerdos que hacen sonreír un poco a Sandra, pero que minutos después la regresan a la realidad. Un día más, así que nos levantamos, y entramos al baño con la intención de bañarnos rápido para irnos pronto a la casa donde cuidan a Luis Carlos y luego a trabajo. Pero, al abrir la llave de la ducha no sale agua. Suena el agua al fondo de la tubería, haciendo un gran esfuerzo por circular, sin embargo, no sale y el ruido cesa. En definitiva, no hay agua, así que lo mejor será buscar a Ramón para ver qué se puede hacer. – “¿Papá?, ¿Papá?” – lo llama Sandra, pero sin éxito alguno. Después de recorrer toda la casa, no hay rastro alguno de Ramón, y lo que es peor, tampoco de Luis Carlos. Ella piensa que seguramente salieron los dos a jugar al antejardín, así que sale con todas las intenciones acumuladas de regañarlos cuando ve un auto gris obscuro encendiéndose con su padre, su hijo y un conductor desconocido en su interior. El susto nos enloquece, así que Sandra comienza a gritar y a correr con destino al auto, pero este arranca y dos cuadras después se le pierde el rastro en el horizonte. Lo que es evidente es que Sandra entrará en uno de esos estados de descontrol donde me desconecta, y así fue: todo se torna obscuro para mí, y el silencio a mi alrededor me cubre por completo, así que como es habitual, me enrosco, me oculto y regresaré al rato. Espero que las cosas no se salgan mucho de control.

Vuelvo en sí, comienzo a ver mi entorno, y Sandra está en… ¿dónde estamos? Lo que puedo inferir es que ha pasado tiempo, y realmente espero que este no sea más de un día. Está obscureciendo, y Sandra está sentada en una banca de parque, con la bata que sacó de la tula de la ropa de su madre y unas sandalias que encontró a su paso al salir y ver el carro que se llevó a Ramón y a Luis Carlos. ¿Qué pasó? ¿Lo seguimos? ¿Caminamos sin sentido? Este parque no lo reconozco, pero sí siento que todo lo que pienso se vuelve más lento. Esta sensación me recuerda cuando en el colegio… ¡Hey!... no sólo me lo recuerda… creo que… puedo llegar a la conclusión de que estamos en pleno vuelo… estamos trabadas una vez más…

--------

Esto no es justo… tenía una gran conclusión del capítulo de hoy… pero si les soy sincera… la he olvidado jajajajajajajajajajajajajajajajaja (…) jajajaja… ya, debo calmarme… creo que disfrutaré el momento…. Y la haré pensar cosas que normalmente no piensa… Lo único bueno de estos momentos… es que puedo hablar directamente con ella… así que aprovecharé y le meteré algunas ideas… que tal vez… ¿qué estaba diciendo?... En fin, esta vez… no deberán escoger entre dos opciones… haré una pregunta abierta… ¿de qué creen que debería convencer a Sandra para que haga una vez nos pase este estado? Pueden aprovechar y decidir qué será lo primero que haremos al aterrizar jejejejejejejejejejejejejejejejejejejejejejejejejeje…………….

Capítulo 5: Obviedades


Esto no ha sido tan interactivo como pensé. Ya aterricé y vuelvo a notar que no tengo voces de ayuda, ni señales que me indiquen qué debo aconsejar. Claro está que yo soy la consciencia, y se supone que yo soy la voz de la protagonista de esta historia, Sandra. ¿Pero acaso es muy loco pensar que la consciencia puede tener una consciencia? Y no hablemos del subconsciente, porque ese es verdad que se la pasa durmiendo. Bueno, el hecho es que esta vez también me tocó decidir a mí lo que sucedería a continuación, así que proseguiré.

--------

Lo realmente malo de la situación en la que se encuentra Sandra es la incapacidad de acción. Y esta, lastimosamente, se siente más fuerte cuando aterrizamos después de un vuelo. Y como dato curioso, Sandra siempre que tiene problemas o casos en los que no sabe cómo actuar es cuando le da por hacer esto, por lo tanto, el momento de reaccionar siempre es duro y complejo. Esta vez, es lo mismo, y el sentimiento de impotencia y desesperación se hace cada vez más evidente. “Qué horrible es volver al mundo real” piensa mientras comienza a mirar a su alrededor buscando que algo, cualquier cosa, le dé una señal de por donde iniciar la búsqueda de su padre y su hijo. A lo lejos veo acercarse a Elizabeth, y esto, a mi parecer, no puede ser una noticia mejor. Personalmente, esta chica me cae muy bien porque en muchas ocasiones ha sabido dar buenos consejos. Sandra, al verla sonríe y se levanta de la silla de parque, da unos pasos y se abraza con fuerza de Elizabeth. Seguramente ella la llamó cuando me recogí y me desactivé.

- “¿Qué haces vestida así? Si quieres pensar claramente debes organizarte. ¡Vamos! Te acompaño y me vas contando todo lo sucedido”. ¿Ven? Empezó como debía empezar. A mí nunca me hace caso, pero Elizabeth siempre encuentra las palabras y agradezco que haya llegado en este momento. Sandra suspira profundamente, mira a su amiga y decide hacerle caso. Comenzamos a caminar para salir del parque y comenzamos a contarle todo a Eli. La nota en el bus, el árbol, el pañuelo, el accidente, el pañuelo de nuevo, el número en el álbum fotográfico y el secuestro doble. Todo sonó tan rápido, pero sin darme cuenta, ya estábamos en casa. - “Sube, báñate y cámbiate por favor. Te prepararé una bebida caliente para cuando salgas” - dice Elizabeth. No lo dudamos ni un instante y subimos para organizarnos. Hace mucho tiempo no tomábamos un baño en la tina, así que hoy Sandra creyó que sería lo mejor. La llenamos con agua caliente y nos metimos allí para relajarnos un poco. Supongo que aún había secuelas de aquel cigarro natural. Cerramos un poco los ojos y de inmediato comenzaron a pasar las imágenes de la noche anterior y de esta mañana. Pero, ¡hey!, detengámonos en esta imagen, justo donde cae la nota con el celular al suelo. Creo que el papel cayó debajo del sofá en el que estábamos recostados. Creo que sería un buen comienzo para la búsqueda, así que lo mejor será bañarnos y salir en ese plan. Espero que Elizabeth nos acompañe. Sandra por fin reacciona, y salimos. Se seca con la toalla y escucha que golpean la puerta, pero… ¿por qué se pone tan nerviosa?, ¿aún piensa en… no, no. - “Ya salgo Eli” - dijo Sandra, y se apresuró en arreglarse. Al salir estaba Elizabeth sentada en cama, y le indicó con su boca dónde estaba la bebida. Sandra se sonrojó, pero rápidamente se centró de nuevo en el objetivo, ¡y sí!, creo que no es motivo de pensar otras cosas.

Sandra toma el café, y lo sopla. - “Creo que ya sé dónde iniciar la búsqueda Eli, ¿me acompañarías a la casa de mi papá?” – dijo Sandra mirando a Elizabeth por encima del borde del pocillo. Elizabeth le dice con seguridad que sí, así que Sandra termina de arreglarse un poco, se toma el café y en menos de nada ya estamos en camino a la casa de Ramón. En el carro que tomamos de ida hay un silencio incómodo. Creo que ellas se están mirando, pero no se dicen nada… ¿Sandra?, ¿hay algo que yo no sepa?, ¿hay algo que yo: tu conciencia, no sepa? Siento que algo no anda bien, pero la ayuda de Elizabeth es tan valiosa que por hoy lo pasaré por alto. Ya llegamos a la casa de papá, Elizabeth paga el taxi mientras que Sandra de manera apresurada se baja del carro y ve la puerta principal abierta de par en par. Hay que actuar con cautela, vamos despacio, nos recostamos en el marco de la puerta y Sandra grita: - “¿Papá?, ¿Luis Carlos?”. No hay respuesta, solo hay silencio, pero, ¡ay!, la mano de Elizabeth nos ha dado un gran susto.

- “Lo siento San, no fue mi inten…” - “¡Shhhhhh!” – Interrumpe Sandra – “… la puerta estaba abierta”. Elizabeth se alarma un poco pero luego mira a Sandra y le pregunta: - “Y cómo dejaste la puerta al perseguir el carro?”. Evidentemente Sandra y yo estamos muchísimo más relajadas, y tal vez con un poco de pena. No hubo necesidad de responder para que Elizabeth sonriera, pero a los pocos segundos ya estábamos enfocadas en la misión de nuevo. Ya en la sala, buscamos en el sofá y debajo de él y palpando con la mano logramos dar con el papel. De inmediato Sandra lo saca, coge su celular y llama al número que está escrito. Timbra sólo dos veces y se escucha que contestan al otro lado. – “Sandra, ¿por qué te demoraste tanto en llamar?”.

--------

Esta consciencia es consciente que, a ustedes querido público, no les gusta opinar en las acciones que debiera tomar Sandra. Tal vez sientan que es mucha responsabilidad, así que esta vez se las dejaré más fácil: ¿Qué debería contestar Sandra?

- A: “¿Quién carajos es usted?”

- B: “Porque casi pierdo el número”

- C: “¿Acaso debí haber llamado antes gran hi/u3p$#@?”

- D: Guardar silencio y esperar que digan algo más.

Espero que esta vez sí puedan/quieran ayudarme, porque es mucha carga para mí, y esta mujer nunca había tenido tantas cosas en la cabeza como en los últimos días. Gracias a todos por leerme y nos vemos en la próxima.

Capítulo 6: Decisiones Trascendentales


Ha pasado tiempo, ¿eh? Les explicaré algo: para nosotras, las conciencias de ustedes los seres humanos, el tiempo no transcurre igual. Por eso nos enroscamos en algunas dificultades y el tiempo se detiene, pero a veces pasa mucho tiempo para ustedes, y para nosotras no. Por eso, aunque hayan pasado unos meses desde la última vez que me leyeron, no ha pasado nada con Sandra más allá de lo que les contaré a continuación. Antes de proseguir, debo decir que la respuesta escogida por todos para decir en el celular es la ‘D: Guardar silencio y esperar que digan algo más’. Sin más ni más, aquí seguimos.

--------

Un breve silencio se extiende, hasta que se escucha al otro lado – “¿Aló? ¡Aló!”. Sandra está tan inquieta pero cautelosa como yo. A tal nivel, que no sabemos qué responder y seguimos en silencio. – “Sandra, sé que eres tú. Entiendo que estés sorprendida y nerviosa… pero necesitamos hablar. ¿Podríamos vernos hoy mismo?” – fueron las palabras de un hombre al otro lado de la línea. No sé si Sandra logró reconocer de quién era la voz, pero yo sí, y definitivamente no era algo bueno. Por mi parte, siento que no es momento de ir a verse con Julián, después de que la abandonó con el niño en brazos y yéndose detrás de… - “¿Dónde nos vemos? Puedo ir ahora mismo si es necesario.” – le dijo Sandra sin escuchar nada de lo que le estaba diciendo. ¡Pero claro! Ya sería mucha gracia que me escuchara por una vez en su vida.

- “Nos vemos en el antiguo local de tu mamá, en media hora.” – Respondió Julián.

- “Allí estaré Julián.” – Insiste Sandra.

- “Una cosa antes de que cuelgues: No lleves a nadie más por favor, o no nos podremos ver…” – abusivamente dice Julián. ¿Es esto posible? ¿Puede haber alguien más descarado? Este muchacho no puede estar hablando en serio… pero Sandra se notaba segura de sí misma, de hecho, ya estaba cogiendo su bolso y caminando para encontrarse con Elizabeth y salir para el punto de encuentro. Sin embargo, se detiene por un instante frente al espejo de la entrada de la casa, se mira y suspira mientras dice - “Vamos a aclarar todo de una vez”. En cierta forma, tiene razón. No por nada, el número escrito por la mamá hace más de cinco años lo ha contestado el exnovio y padre de su hijo. Te apoyo Sandra, hay que aclarar esto, pero ¿no olvidas algo?, hay que enviar a Elizabeth a su casa.

Su amiga se encontraba en el portal de la entrada a la casa, esperando impacientemente por lo que haya encontrado Sandra. Al salir, ella le pregunta si todo está bien, que si encontró algo.

- “Eli, te agradezco mucho, llamé al número que te dije y… debo ir sola. Es lo único que me aclararon.”

- “¡Ni se te ocurra!, no te voy a dejar sola. Ni loca que estuvieras para…”

- “Eli… créeme, siento que estoy cerca de resolver todo, pero necesito ir sola. No creo que Julián me quiera hacer daño, pero sí creo que puede ayudarme a…”

- “¿Julián?” - interrumpe de nuevo Elizabeth – “¿Te vas a ver con ese desgraciado?”

Sandra coge de las manos a Elizabeth, a lo que ella reacciona tranquilizándose un poco. Una mirada fue suficiente para que entendiera que Sandra sabía lo que hacía, por lo que se sueltan, Sandra da dos pasos atrás y se voltea corriendo hacia la avenida. Hay mucho tráfico, pues es casi hora pico, pero Sandra abre su bolso, revisa su billetera y constata que hay para taxi, por lo cual estira la mano y para el primero que pasa. – “¿A dónde señorita?” – pregunta el taxista. – “Lléveme al Banco de la República por favor” – replica Sandra.

Ahora recuerdo que cuando Sandra era niña, un par de veces visitó una papelería que tuvo su mamá y esta quedaba efectivamente a una cuadra del Banco de la República. Eso me demostró que Sandra estaba muy lúcida y consiente de lo que pensaba hacer, así que me confié un poco de ella. El camino fue un poco largo, pero no superó la media hora del encuentro acordado. Sandra paga el taxi y se baja frente al Banco, seguramente para no dejar rastro de su destino. Camina una cuadra hacia el sur, donde estaba ubicada la papelería, y ahora, es un sitio abandonado. Sandra se acerca a la puerta oxidada, y trata de mirar como por entre rendijas, pero no ve nada cuando de atrás se escucha: - “Disculpe señorita, ¿no tendrá un pañuelo de rayas rojas que me pueda prestar?”. Sandra se pone pálida, pues por el olor sabía que se trataba de un indigente. Voltea lentamente, pero se tranquiliza un poco al ver que no era Julián.

- “Tengo uno, y te lo daré a cambio de que me lleves a donde quiero ir” – dijo inteligentemente Sandra. Ya envuelta en una serie de misterios y preguntas sin resolver, estaba segura de que todo hacía parte de una trama y ella jugaría con ello con tal de rescatar a su padre y su hijo.

- “Por supuesto señorita, entréguemelo y me aseguraré de ello” – respondió el viejo. Sandra le entrega el pañuelo y de inmediato el señor saca una llave de su bolsillo más oculto, le pide un permiso a Sandra y se acerca a la puerta oxidada. Corre un poco una chapa falsa y se deja ver una chapa en el fondo en buen estado, donde el viejo mete la llave y gira. La puerta se abre y lo que afuera parecía un local abandonado definitivamente no era lo que estaba frente a sus ojos. Una oficina, completamente equipada con algunas personas en computadores y moviéndose de oficina a oficina, todos deteniéndose y levantando la mirada hacia Sandra al mismo tiempo, mientras hacen silencio. De inmediato, de una puerta de atrás de las oficinas, sale Julián, se acerca a Sandra y le dice: - “Aunque muero de ganas por abrazarte, sé que no tienes cabeza para nada en estos momentos y no te quiero incomodar más. Tenemos que actuar rápido, así que sígueme por favor” a lo que le da la espalda y camina de nuevo hacia la puerta. Sandra no lo piensa mucho así que lo sigue sin mediar palabra. Al cruzar la puerta una oficina gerencial se abre a su paso y en la silla principal, una señora se encontraba de espaldas atendiendo una llamada telefónica. Sandra no alcanza a ver el rostro de la misma, pero al intentar acercarse es detenida por Julián. –“Siéntate, ya te van a atender.” - dice mientras le muestra con su mano un sofá a su derecha. Sandra, llenándose de la paciencia que nunca ha tenido, suspira y se sienta en el sofá.

- “Es claro que en estos momentos no te interesa saber nada de mi vida Sandra, y es claro que tu prioridad es Luis Carlos, nuestro hijo y obviamente tu papá. Sólo quiero decirte que estoy de tu lado en estos momentos, y si luego de esto me das la oportunidad de explicarte lo que aquí sucede, te…” – Sandra interrumpe a Julián diciéndole: - “Tienes toda la razón Julián, me importa un comino lo que te haya sucedido o te suceda, y quiero que sepas que si no te he quitado cada cabello de tu cabeza mientras te grito los madrazos más sentidos de mi vida, es porque sé que estamos del mismo lado… por el momento”. Julián agacha su cabeza mientras de fondo se escucha que cuelgan el teléfono y se comienza a girar la silla dejando ver la figura de una mujer de edad, que no… no era mamá como llegué a pensarlo en algún momento.

- “Sandra, ¿harás lo que te digamos esta vez? ¿O estoy perdiendo el tiempo contigo?” – dijo la misteriosa mujer.

--------

¿Qué creen? Es hora de tomar una decisión más. Aunque en este momento las cosas parecen muy obvias, puede que en el fondo no lo sean. Si hacemos una retrospectiva a lo que ha sucedido, aún hay muchos cabos sin atar, y en este momento podemos estar en un punto seguro… o tal vez no. La ayuda que requiero en estos momentos es la respuesta que daremos a la mujer misteriosa: ¿Haremos lo que pidan? Sí o no. Como siempre, muchas gracias por la ayuda y nos leeremos en el próximo capítulo.

Capítulo 7: Reproducción Prohibida


Trataré de retroceder un poco, porque si algo le falta a esto es lógica. Los últimos sucesos que han ocurrido iniciaron con un papel que apareció en el bolsillo del gabán que usó Sandra hace un par de días para ir al trabajo. Esta nota decía que alguien “quería ayudar” pero pues como nos dejamos llevar por el momento, nunca nos preguntamos en qué necesitaríamos ayuda. Luego de eso cumplimos con la prueba de confianza que nos pidieron, y de alguna manera todo apuntaba a algo relacionado con mamá. Aun así, dejamos que todo pasara un poco hasta que papá y Luis Carlos desaparecieron. De alguna manera, todo el descontrol y el desespero nos ha traído hasta acá, sentados al lado de nuestro ex, y frente a una señora de edad que sin conocernos ya nos está regañando.

Esto está complicado, pero por casi unanimidad hemos decidido que haremos caso a lo que esta mujer nos propondrá.

--------

- “Si lo que usted me propone me llevará a mi hijo, a mi padre y posiblemente a mi madre, cuente con mi entera disposición. Aun no tengo ni idea de qué es esto, de dónde estoy ni de quiénes son ustedes, pero por alguna razón siento que estoy en el lado correcto” dijo Sandra con firmeza frente el reclamo de la misteriosa mujer, ante lo cual, abre los ojos y sonríe. - “Debo decir que nunca conocí a tu madre, y créeme que me hubiera gustado. Lo que ella hizo no tiene comparación, y ha sido un fundamento en cada una de nuestras acciones. Por ahora te lo resumiré en que la forma en que ella actuó fue el impulso que necesitábamos, lo que nos hizo darnos cuenta que podíamos hacer algo en contra de…” – comentó la mujer, pero fue interrumpida ya que Sandra pregunta si su madre está viva. Hay un silencio, y Julián sintiendo un poco la tensión decide intervenir: - “Sandra, entiendo que tengas muchas preguntas, pero créeme que este misterio que sientes alrededor de lo que sucede es necesario para poder ayudarte. Sólo puedo asegurarte que estás en el “lado correcto” pero es sólo nuestra voz frente a la nada así que, por favor, dinos si actuarás con nosotros o lo harás por tu parte”.

No sé qué pienses tú Sandra, pero yo, tu consciencia, me siento un poco tranquila con estas personas, así sea el mismísimo Julián que te abandonó y te dejó cuidando sola a Luis Carlos. Es verdad que carga con un pasado que produce cualquier tipo de desconfianza, pero también es cierto que no creo que aparezca para hacer más daño, y menos en una situación como la actual. Al parecer, estamos conectadas con Sandra, porque al escucharlos hablar, solo se recuesta hacia atrás en el sofá y con un suspiro les dice que los escuchará. – “Empezaré con explicar que el mundo tiene una parte reconocible ante nuestros sentidos, y otra que no podemos percibir fácilmente. Sucede en todo, desde tu nacimiento hasta tu muerte. Vivimos en un mundo que tiene preestablecidas unas reglas de juego, pero ¿quién las puso? Religiones, mitos, leyendas, gobiernos, grupos del poder han intentado imponer sus teorías y sus sistemas, pero ¿cómo podemos definir cuál es la verdadera? Al final notamos que estas explicaciones y reglas siempre tienden a beneficiar a un grupo en específico, y este grupo hará hasta lo imposible por no perder su poder.” – de esta manera inició tratando de explicar la misteriosa mujer, pero Sandra, con muchas dudas y preocupación a la vez, prefiere seguir escuchando, no sin antes preguntar cuál es esa verdad.

– “No tenemos la verdad, y tal vez nunca la tengamos. Es algo muy protegido, o tal vez es algo que no podemos entender con nuestra capacidad mental humana, pero lo que sí es cierto es que podemos tener en cuenta y aprovechar algunos hechos comprobados a nuestro favor. Hechos que no son tan fáciles de percibir en el día a día, pero que nos pueden dar luces en lo que deberíamos hacer.” – aclaró la mujer.

- “Es totalmente entendible que tengas dudas, y que incluso tengas un poco de incredulidad respecto a lo que te decimos… yo tampoco lo entendí a la primera. Pero te decimos todo esto porque haces parte de las personas que puede entenderlo y que puede hacer algo al respecto.” – dijo Julián tratando de aclarar un poco la mente de Sandra.

- “¿Por qué yo?” – preguntó Sandra.

- “¿Por qué secuestrarían a Ramón y a Luis Carlos?” – pregunta retóricamente la mujer, quien proseguiría con su explicación – “Existen linajes, pero estos no están basados en los apellidos sino en una reproducción controlada y certificada. Ciertas capacidades mentales vienen desarrolladas por generaciones entre estos linajes, y es prohibido que estas se extiendan con la gente del común. Pero hace unos 150 años, unas reproducciones no autorizadas pusieron en peligro la exclusividad de la estirpe. Tu papá Ramón, tú y Luis Carlos hacen parte de esta línea no autorizada, por lo cual para ellos lo mejor es que no existan. Este es un hecho concreto que hemos comprobado, y tenemos la intención de desenmascararlo.”

El silencio se apodera de la oficina una vez más, y Sandra, aunque está llena de dudas, siente que no tiene más opciones para su búsqueda, por lo cual solo asiente con su cabeza y con voz tímida pregunta qué es lo que debe hacer. La dama misteriosa le hace ver a Sandra que todo lo que le ha contado es la razón por la cual han decidido reunir a todas las personas que hacen parte de esa línea no autorizada y verificar si existen más.

- “En este punto, Sandra, podría decirte muchas cosas más acerca de nosotros, pero creo que el tiempo es un factor importante, por lo cual, ahora te pediré que tomes una decisión. Atrás mío puedes ver una puerta. Una vez pasas por ella encontrarás dos opciones: las escaleras de la izquierda te llevarán a un camino que te devolverá a tu vida normal y si escoges el túnel de la derecha te llevará al siguiente paso de tu ayuda, del cual no te puedo adelantar nada por el momento….” – la mujer misteriosa había puesto sus cartas sobre la mesa y ahora debemos definir qué sucederá.

--------

Y sí, aquí una vez más requiero de ustedes, pues es una decisión muy difícil. De hecho, creo que es la decisión más compleja que tiene que tomar Sandra, pues creo que ni ella, ni ustedes, ni yo nos esperábamos algo así. Entonces… ¿por el túnel?

Capítulo 8: Líquido Verde


Yo, estoy tan o más nerviosa que Sandra. No sé qué nos podrá deparar el destino. Todo este tema de linajes, círculos cerrados y misterios de familias es muy complejo, y creo que Sandra tampoco está en sus cinco sentidos para recibir toda esta información de un solo golpe. Pero bueno, no hay mucho más qué decir así que, ¡nos vamos por el túnel!

--------

Al igual que yo, Sandra decide aceptar ayudar, Ramón y Luis Carlos no se salen de su cabeza y cualquier cosa que ella pueda hacer la aprovechará al máximo para llegar a ellos. Es así que decidida se levanta del sillón, y comienza a caminar hacia la puerta detrás de la oficina. Antes de llegar siente que le cogen la mano y asustada se voltea a lo que Julián le dice: - “Te veré de vuelta, con nuestro hijo y tu padre, y acá te espero. Cuenta con mi ayuda desde aquí… así te parezca difícil de creer, cuentas conmigo para lo que necesites”. Sandra, con cara de incredulidad se suelta de Julián y camina hacia la puerta, la abre, ve las escaleras que reflejan luz al final y el túnel con obscuridad de fondo. Sorpresivamente empieza a subir las escaleras lentamente, pero gira, se vuelve y comienza a correr por el túnel tratando de no pensar. Aunque el túnel es obscuro, un poco más allá se alcanza a ver una sombra, como de una persona que está esperando, así que aceleramos el paso para poder… ‘Tunggggggg’ el sonido de una varilla golpeando contra nuestra cabeza nos derrumbó…

Voy despertando como consciencia, pero ella no ha abierto los ojos aún. ¿Dónde estamos? Siento agua alrededor, estamos… estamos… debajo del agua tal vez, ¡despierta Sandra por favor!. Comienza a abrir los ojos y efectivamente estamos debajo del agua en un… tubo. El líquido es verde, y Sandra se empieza a mover desesperadamente como si se estuviera ahogando… pero ¡espera!, no nos estamos ahogando, y Sandra descubre ese tubo dentro de su garganta que le permite respirar. Además, estamos desnudas… bueno, es hora de que miremos más calmadas dónde estamos. Definitivamente estamos en una especie de laboratorio, pero está a obscuras. Sólo hay un poco de luz dentro del tubo en el que estamos metidas. Hay otros tubos, algunos encendidos y otros apagados, se alcanza a ver una mesa con un computador y papeles encima, y un par de sillas con batas puestas en el espaldar. Los otros tubos también tienen personas dentro, y están como dormidas, o muertas. ¿Estará Ramón y Luis Carlos por ahí?, de lejos no se ve ninguna con niños, de hecho, observando mejor vemos que no hay ninguna con hombres, ¡son solo mujeres!

Se abre una puerta al fondo, se ve por la luz que entra. Se cierra de nuevo, pero se ve una sombra acercarse hacia nuestro tubo. Es un hombre de unos 60 años, de barba y corbata. Se detiene al lado de la silla sin dejar de mirarnos, se coloca la bata, y se acerca más. – “No sabes lo difícil que ha sido conseguirte Sandra… igual a tu madre ¿eh?” – dice el descarado y tras del hecho sonríe. Deja no más que nos liberemos y que logremos ponerte las manos encima. – “Voy a serte sincero Sandrita, porque odio ver en estos rostros esos rayos de falsa esperanza. Ya no tienes opción, ya estás en mi poder y no puedes hacer nada más. La que entra a este laboratorio no volverá a salir, y pues bueno, ya sólo me faltan 3 para completar mi hermosa colección. Prefiero ver caras de sufrimiento y no de esperanza así que mira hacia allá, ¿a quién ves?” – dice el científico señalando hacia uno de los tubos de la derecha que contiene… tiene a… ¡mamá! Sandra vuelve a moverse e intentar salir, pero sabemos que es imposible. Estos tubos están sellados y por el líquido no podemos pegarle con fuerza al vidrio para romperlo. Además, estando desnudas no tenemos nada a la mano para usar a nuestro favor.

El tipo se sienta, revisa un par de documentos y se adentra en su computador, y Sandra aumenta su nivel de desespero, más sabiendo que su mamá está ahí, a unos metros. Parece dormida, pues salen burbujas como en nuestro caso, y eso quiere decir que respira. Es triste pensar que la lejanía de mamá es por culpa de otros, pues siempre tuvimos una leve esperanza en que estaba realizando algo incógnito, pero jamás pensamos que estaría secuestrada. Esto es aún más doloroso. Y a todas estas, Julián es un hijue… ‘Purrgrgggrgggggrggggrggggrggr’ ¿Qué fue esa explosión? El científico se levanta asustado y corre hacia la puerta, la atraviesa y se pierde entre el humo. No sé qué es peor, si estar secuestrada con gente alrededor o sin nadie. Gente corriendo entre el humo, se encienden alarmas y uno que otro grito. De pronto otra figura entra corriendo al laboratorio, y se esconde detrás de uno de los tubos. Va uno por uno, pero llega a un punto en que ya lo pierdo, pues no podemos voltear la mirada hasta allá. Si calculo, debe estar justo detrás de nosot… ‘Prisktktkkt’ se rompe el vidrio del nuestro tubo y comienza a vaciarse. Sandra está ansiosa pues no sabe que pasa, y yo, trato de meterle lógica al asunto, pero no la hallo. Nuestro cuerpo cae al suelo y somos sostenidas por unos brazos cubiertos con guantes de caucho. Vemos borroso porque nos acostumbramos al líquido verde sobre los ojos, pero notamos que uno de los brazos se nos acerca a la boca y nos retira el tubo de la garganta. Sandra tose botando un poco del líquido que se alcanzó a filtrar, pero el cambio nos genera un poco de inestabilidad y nos desmayamos…

Despertamos en la sala de observación de un hospital, miramos alrededor y vemos a mamá en una camilla atravesando el pasillo. Y… justo al lado, sentado en una silla, leyendo un libro, está Julián.

- “Me alegra saber que estás bien Sandra. Me hace muy feliz que hayamos actuado a tiempo. Necesito que te recuperes pronto porque debemos salir a buscar a tú papá y a nuestro hijo. Descansa por ahora.” – dijo Julián mientras nos consentía la cabeza. Aún nos sentimos afectadas por algún químico así que dormimos de nuevo.

Una vez más despertamos, pero Julián no está. La enfermera viene y nos atiende, y nos mide los signos vitales, nos toma algunas muestras y se retira. Sólo nos dijo que se alegraba de que estuviera mejor. Miro alrededor y hay menos personas que antes. Mamá no está. No alcanzó a pasar una hora y llega un médico diciéndome que estoy lista para salir, si tenía a alguien a quién llamar, y sólo pude pensar en Elizabeth, así que di su número. Ella me recoge emocionada, pensando en que me había pasado lo peor y no tenía noticias mías. Me sube en un taxi y nos vamos a casa. Al llegar, la puerta estaba abierta y de nuevo siento ese vacío en el estómago. Tengo perdido un tiempo en mi vida, no supe qué pasó y no sé qué problemas me puedan estar esperando, pero al entrar a la sala noto a Julián y a mamá sentados allí.

- “Antes que nada, antes que te formes cualquier idea de lo que está sucediendo, te pido que me escuches por favor Sandra” – dijo Julián. Sandra sólo asiente con su cabeza, y Julián continúa – “La historia que te contó la directora es cierta, pero lo que nunca tuvimos en cuenta es que ella misma hacía parte de los linajes controlados. Me vine a dar cuenta porque cuando te fuiste por el túnel ella me pidió que saliera de su oficina y realizó una llamada. Algo no me cuadraba y me quedé cerca intentando escuchar, y logré reconocer que dijo que ya ibas camino a la trampa. No había tiempo para pensar, así que reuní información que la incriminara y efectivamente encontré muchas inconsistencias, por lo que reuní al equipo y los convencí de atacar y cruzar por el túnel también. Sabíamos que estabas en peligro, pero no sabíamos con qué nos iríamos a encontrar, así que entramos con los guardias y encontramos esos laboratorios gigantes. Tuvimos que hacer desastres para desordenar a los que andaban por allí y ya todos están en manos de la justicia…” – explicó Julián, pero mamá lo interrumpe y aclara – “así seas modesto, debo decir que tú te enfocaste en rescatar a Sandra”-. – “Es cierto” dijo Julián – “y cuando hablaste dormida y mencionaste a tu mamá, me di cuenta que ella estaba entre los demás tubos, así que nos organizamos y los sacamos a todos”.

Sandra, no encuentra palabras para articular, pero Julián le dice que descanse en casa, porque necesita reponer las energías que perdió en su recuperación, y que se aliste porque ellos ya saben dónde está papá y Luis Carlos, así que saldrán lo más pronto posible. Efectivamente nos sentimos cansadas, por lo que nos recostamos en la misma sala, con una gran carga emocional, pues sabemos que nada de esto termina acá.