MACROMUNDOS

Empleados del Mes

La cara de Mariana cuando vio el listado de entregas de hoy fue devastadora. Últimamente sus jefes le han estado asignando más y más carga, y esto ya le parecía exagerado. – “¿Doce entregas para hoy Gustavo?” – le preguntó a su jefe – “Así es Mariana, últimamente hay mucha demanda. Deberías saber que esto sigue en aumento porque cada vez hay más familias cliente, y pues la empresa está aprovechando para surtir a …”– En ese momento interrumpe Mariana – “Deberías saber que podrían contratar más personal, ¿verdad?”–. El silencio de su jefe fue claramente una negación a la solicitud indirecta, así que toma su listado y se dirige a la fábrica para recoger la primera entrega.

En el camino ve a Daniel, cargando lo que seguramente es la primera entrega del día. Daniel ha sido su mejor amigo desde las épocas de escuela técnica y a la vez, ha sido su confidente, sobre todo, en los momentos de quejarse contra la empresa, el sistema y la vida en general. Esta vez, no es la excepción así que lo detiene. – “Madrugaste hoy, ¿eh?” – le dijo, a lo que él, con cara de preocupación le dice que le han aumentado la carga en los últimos días. Mariana, siempre ha sido una chica revolucionaria y siempre piensa en mejorar el sistema y adecuarlo para un mejor flujo de trabajo sin aprovecharse de los empleados. Por esto, ella comienza a contarle a Daniel su situación y dice que no está dispuesta a seguir así. – “Pero, ¿qué puedes hacer ante eso? Ya tienes un contrato, días de vacaciones y seguridad social, y todo eso lo has logrado tú con tus reclamos, pero lo que pides esta vez va en contra de todo. No tenemos la culpa de que los clientes estén pidiendo más y más cada día”. Mariana lo mira con un poco de rabia mezclada con esa sensación de que “él tiene razón” pero no se la quiere aceptar. Ella sabe en el fondo que Daniel está en lo cierto, pues ya todo el personal posible fue contratado, y ya no hay opción de más. Con el ceño un poco fruncido, Mariana prefiere dejar el tema ahí y mejor invita a Daniel a almorzar al medio día. – “¿Qué zona te tocó?” – preguntó Daniel ante lo cual, Mariana revisa su listado – “A medio día estaré por Ámsterdam” – le contestó, lo cual a Daniel le pareció perfecto porque estaría cerca. Así quedaron y acto seguido inician sus recorridos como los indicaban los listados.

Ya en la fábrica, Mariana le pide al supervisor de entregas que le permita entregar dos paquetes al tiempo, pues eso aceleraría un poco la marcha, pero el supervisor se niega, recordándole que la carga es delicada, y puede sufrir daños en el transporte si se llevan de esa manera. – “Lo mejor es que sigas los protocolos Mari” – le dijo Moreno, el supervisor. Mariana, cada vez más desanimada, refunfuña y se aleja hacia la ventanilla de carga, pero Moreno la detiene – “¿Te pasa algo?”. Mariana lo mira fijamente y le cuenta acerca de sus inconformidades, y que siente que nadie la escucha, lo cual, la tiene muy inconforme. – “Mariana, a ti, especialmente te han seguido la cuerda en muchas cosas. Te agradezco las vacaciones que he podido tener con mi familia, porque cuando empecé en esto no parábamos ni para tomar el sol. ¡Las prestaciones! Son una maravilla, porque si me enfermo puedo acceder a servicios, lo que antes era impensable. Has logrado muchas cosas aquí, y yo tampoco entiendo por qué no te han ascendido, o al menos reconocido algo más. Estoy seguro que tue nuevas ideas son revolucionarias, así que ¿por qué no me las cuentas hoy al almuerzo?” – habló el supervisor, con esa mirada retadora que impulsa de verdad, y continuó – “Según tu ruta, a medio día debes estar por Ámsterdam, así que, ¿por qué no nos vemos allí?”. Mariana, sin recordar a Daniel por la emoción que sentía en esos momentos aceptó. Así que con mejores ánimos recoge su primera carga y sale velozmente a entregarla.

Pasa un buen rato, y Mariana sigue recorriendo muchas partes para cumplir con su cuota del día. Cuando mira su siguiente entrega y nota que es Ámsterdam se ilusiona de nuevo así que la toma con ganas de la fábrica, recorre campos y praderas, nubes y soles, ríos y montañas hasta llegar a su destino. Realiza la entrega sin novedades y de inmediato se va al punto de encuentro donde se citaron con Moreno. Es aún temprano, casi 20 minutos antes, así que se relaja un poco y se reclina para descansar, pero al instante ve pasar a Daniel por el edificio de enfrente. – “¡Dani!, ¡hola!” – grita Mariana a lo que él, sorprendido, voltea y se dirige a ella. – “¿No quedamos de vernos en el puerto? Ya iba para allá Mari” – le dijo. Mariana, recordando en ese momento su cita con él, trata de arreglar las cosas diciendo que sí, pero que lo siguió por un rato porque le tenía una sorpresa. – “Esta mañana hablé con Moreno, y le conté que tenía una idea para mejorar la oportunidad y la eficiencia de las entregas sin que nosotros nos excedamos en trabajo…” – dijo un poco nerviosa, pensando que tal vez Daniel podría darse cuenta de su olvido. Aun así, y con la cara de incrédulo de su mejor amigo, ella prosiguió – “… entonces, aprovechando su interés lo cité acá y le dije que le expondríamos nuestra idea para que…” – Mariana es interrumpida por un sobresalto de Daniel – “¿Exponer? ¿Qué vamos a exponer? ¿Qué te pasa Mariana?”. Mariana, intenta calmarlo y le explica que es una idea que ella ha venido desarrollando poco a poco, y que no le había contado nada porque la tenía muy desordenada, pero que el hecho de hablar con el supervisor la obligó a terminar de pensarla mientras hacía sus entregas de la mañana. – “Siento mucho mi aventón Dani, perdóname en serio, es solo que…” – habló en voz bajita mientras miraba al suelo – “… es solo que yo sé que cuento contigo, y si estás a mi lado me darás el impulso que necesito.” – y con más seguridad en lo que dice, continúa – “Además, siempre eres creativo y lleno de buenas ideas también, así que es seguro que una vez escuches mi idea aportarás algo valioso… nunca me has decepcionado”. Daniel, sintiéndose importante, acepta la locura de su mejor amiga, a lo que se sienta a su lado y esperan la llegada del supervisor.

A lo lejos se ve llegar Moreno, así que le abren espacio y se preparan mentalmente sin decir nada. Daniel estaba tan confiado que ni siquiera le pidió a Mariana que le contara un poco antes de que llegara. Moreno saluda, se sienta y aunque se extraña un poco de la presencia de Daniel, no dice nada y les propone que coman algo y comiencen la charla. Mariana inicia la charla indicando que Daniel estaba ahí porque era su socio en la propuesta, a lo que Daniel lleno de seguridad asiente con su cabeza. Ella prosigue diciendo que un gran problema es que cada vez hay más familias en el mundo, las religiones y los dirigentes de todos los territorios han permitido y hasta impulsando que esto crezca, por lo cual cada vez habrá cada vez más clientes. – “Yo soy consciente que para la empresa es muy complicado buscar más personal, porque físicamente ya no hay, pero creo que hay otra opción. Podemos instalar en cada casa un aparato que haga lo mismo que hace la fábrica: se colocan los insumos, se procesan y sale el producto en la casa de cada quien” – aclaró Mariana. Hubo un rato de silencio, y la cara de sorpresa de Moreno era incontenible… y Daniel estaba en las mismas, pues no sabía en qué se había metido. – “Jefe, sé que usted está sorprendido, pero le quiero hacer una propuesta: deme 5 días en el laboratorio, y comando esta misión. Creamos los aparatos y los hacemos portátiles para que se pueda llevar a cabo el plan”. Moreno, un poco incrédulo, se toca la cabeza como tratando de buscar una excusa para decirle que no era viable, pues por costos y tiempo era muy difícil otorgar ese tiempo. Daniel, observando esta escena nota que es su momento de intervenir y dice que ha venido pensando una evolución de la propuesta, donde en vez de crear un aparato, por qué no pensar en adecuar al mismo cliente a procesar los insumos y crear el producto. De inmediato, tanto Mariana como Moreno miraron con los ojos muy abiertos y llenos de asombro a Daniel, por lo cual el continúa con su explicación: - “Es muy fácil, dentro del cuerpo del mismo cliente podemos modificar ciertos aspectos de su genética, con el fin de que en las próximas generaciones cuenten con un sistema interno para la producción del producto. Esto se puede hacer más pronto de lo que piensan porque tenemos la fábrica y podemos programarlos desde ahí.”. Ahora sí le vieron la cara de loco a Daniel, y Moreno sólo piensa en preguntar algo que acabe con la idea y poder decir más fácilmente que no puede pasar una propuesta así a los directivos. – “Y, ¿cómo piensan controlar los pedidos?, porque hoy en día detectamos un pedido, lo producimos y lo entregamos. Pero ustedes me hablan de que ellos tengan su propia producción, lo cual me deja un poco fuera de base porque no quedaría definido cuándo usarla” – con esta intervención, Moreno cree que les acabó su idea, pero contrario a lo que se pensó, Mariana interviene con una solución: - “Fácil jefe, existen dos tipos de personas entre sus clientes, por lo cual, un tipo puede tener un insumo, y el otro la producción. Es decir, que el hecho de generar un pedido hoy en día, se reemplazaría con la unión de los dos tipos, donde unen el insumo con el sistema interno y comenzaría la producción”. Moreno, más asombrado todavía mueve la cabeza en sentido negativo, y está a punto de hablar cuando de pronto todos son interrumpidos por un extraño que se acerca a ellos. – “Siento mucho mi intromisión, pero he escuchado sin querer su conversación desde que llegaron. Me presento, soy Donnato Rosso, director de producción de la empresa donde ustedes laboran. Creo que el destino me ha traído acá porque necesitaba escuchar esto. Hace años venimos pensando en cómo solucionar nuestro problema creciente de la exagerada demanda que tenemos, y aunque la oferta no se ha visto afectada, la distribución se está convirtiendo en un cuello de botella lo que no me ha permitido dormir bien en los últimos tres años. Esta solución que ustedes están planteando es maravillosa y personalmente, la veo viable. Le agradezco señor supervisor de área, por haber intentado escuchar a estos muchachos, pues no cualquiera tiene el tiempo ni quiere atender aportes y sugerencias. Chicos, vengan conmigo, su supervisor se encargará de cubrir sus turnos de la tarde, mientras que nos vamos a la oficina principal en París a poner este proyecto de mejora en marcha.”. El cigarrillo que tenía Moreno en su boca se cayó por la gravedad, y por la boca que no pudo cerrar del asombro por todo lo que ha sucedido en los últimos minutos. La alegría de Daniel y de Mariana no se pudo ocultar y de inmediato recogieron sus cosas, entregaron sus listados a su supervisor y arrancaron hacia París.

Todo el proceso fue exitoso, y unos años después ya estaba en funcionamiento el sistema interno de producción en los mismos clientes. Lo malo es que, como sucede con toda empresa corrupta, los créditos de Mariana y Daniel se los robaron, y aunque las ideas se implementaron, como ellos eran mensajeros y ya no tenían en qué laborar pues fueron despedidos junto con otros miles más. Lo único que queda en el muro del cuarto de Mariana, referente a esa época es el cuadro de “Empleados del mes” que obtuvo junto con Daniel. Lo bueno es que ahora ella vive en el mar, cerca de Daniel, pescando su propia comida, paseando entre paisajes maravillosos y descansando lo que perdió durante muchos años de vida por explotación laboral. El mundo de las cigüeñas se volvió mucho más tranquilo, porque los humanos aprendieron a producir sus propios productos.