MACROMUNDOS

Cinco Estrellas

- “¿Cómo has estado?” - preguntó mi madre. - “No es tan malo” - le dije, y así me dispuse a narrar mi experiencia: - “La atención aquí es envidiable. Tal vez, el mejor hotel en el que he estado. La comida es un lujo, siempre sin sal para cuidar de la salud; sin cubiertos, pues ya todo viene cortado, picado, molido o en sopa… créeme que mis dientes lo agradecen. Y si quedamos con hambre, nos sacan al patio para degustar un delicioso buffet de gusanos o si estás de buenas uno que otro colibrí. Cuando quieras puedes venir con nosotros, y de paso, te presento a mi amigo: Le dicen El Salsas. Hoy no puedo porque está en unos tratamientos del spá. ¡Ah sí!, ¿no te conté?, ¡tenemos spá!, es bueno, pero cuando me hacen terapia de corriente eléctrica me fastidia un poco el cerebelo… pero nada que no pase con un juego de ajedrez con el gato que baja del tejado, o con Darío…” - mi madre, con cara de asombro mezclada con tristeza me pregunta por Darío, pero a mí no me gusta verla así. Me levanto y la dejo hablando sola. Me dirijo a mi habitación en busca de la sábana que me cubre en las noches. Su calor me hace sentir mejor cuando la tristeza me atrapa. Seguro que le servirá a ella. Ahí viene Tony corriendo detrás de mí, él siempre tan amable, seguro me pegará un bolillazo para que pueda dormir mejor. Pero será mejor explicarle que hoy no requiero de sus serv…

Despierto en mi habitación, y esta vez, no puedo olvidar las lágrimas de mi madre. No dejo de pensar que algo la entristece y que seguro podré hacer algo más por ella. Debo prestarle mi manta, la misma que me da tranquilidad cada noche cuando recuerdo la sangre derramada por mi papá el día que intentó pegarle de nuevo. Él aprendió la lección y yo me gané como premio mi estadía en este hotel cinco estrellas, así que no todo puede ser sólo para mí. ¡Vuelve pronto mamá!